Leopoldo Rodés, el alma del Instituto de la Empresa Familiar

Por Sara Terrón
En Noticias
Jul 9th, 2015
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Todavía aturdido por la terrible noticia de su muerte en accidente de tráfico, escribo estas líneas en el puente aéreo que tantas veces habíamos compartido. La pérdida de Leopoldo es una verdadera tragedia para los que tuvimos la suerte de conocerle.

Para el IEF es una pérdida irreparable. En 1992, junto con otros empresarios, fue fundador y principal impulsor, además de su primer Presidente. Desde entonces ha sido miembro de las sucesivas Juntas Directivas, a la par que Presidente de Honor.

Pero Leopoldo ha sido más que todo eso, ha sido el alma del Instituto desde su fundación. Siempre contaba que nuestra asociación había nacido para cubrir una necesidad que no podía ser satisfecha desde la CEOE. No queríamos una patronal de empresas familiares, sino una entidad asociativa, representativa y cualificada que defendiera y fomentará los intereses de las empresas familiares, coadyuvando a su mejora y superación constante.

Los fundadores acertaron de pleno y su obra cumple los 23 años excediendo con mucho sus previsiones de éxito más optimistas. Lamentablemente, no podrá asistir a nuestro próximo Congreso Nacional de octubre, que tanta ilusión le hacía y en cuyo programa colaboró activamente hasta el último día. Y esto es así literalmente, hasta hoy mismo.

Desde el primer momento, puso al servicio de nuestra institución sus mejores esfuerzos y sus extraordinarias cualidades humanas y profesionales. A lo largo de mi carrera profesional no he conocido a nadie que reuniera tantas virtudes. Destacaban su capacidad de diálogo y su sensibilidad, que unidas a su enorme generosidad y encanto personal producían un resultado positivo en sus interlocutores.

Su carrera profesional como empresario familiar es extraordinaria y llena de logros que resultaría prolijo enumerar, pero yo destacaría un logro no material pero igualmente importante: su acierto al incorporar a la segunda generación, tarea compleja, preocupación recurrente y fundamental en la empresa familiar, que en este caso le fue grandemente facilitada por la calidad humana y profesional de sus descendientes.

Descanse en paz mi amigo Leopoldo, caballero donde los haya, cuya generosa hospitalidad le convertía en el perfecto anfitrión. Descanse en paz el promotor infatigable de los Juegos Olímpicos de Barcelona, que tanto me ha enseñado y al que tanto voy a añorar. A su viuda, Ainhoa Grandes, a la que tanto queremos, a sus hijos y nietos y demás familia, nuestro emocionado pésame.

Javier Moll. Presidente del Instituto de la Empresa Familiar.


VISIÓN Y GENEROSIDAD

Si alguien en este país ha sabido representar con generosidad y acierto a lo que se denomina la “sociedad civil”, ese ha sido Leopoldo Rodés. Emprendedor, mecenas, innovador incansable, filántropo, caballero… es difícil decidir cuál de las facetas de su vida es más destacable.

Tal vez lo que le hizo ser siempre una persona especial fue su visión, su capacidad para entender las cosas antes que los demás. Estas cualidades le llevaron en 1992 a fundar, junto con un puñado de empresarios, el Instituto de la Empresa Familiar, organización centrada en defender los intereses de las compañías familiares españolas, identificar las mejores prácticas en gobierno corporativo y gestión y velar por la formación de las siguientes generaciones.

Rodés no sólo fue el primer Presidente del IEF; ha sido también su gran referencia en estos 23 años, guiado siempre por el convencimiento de que la empresa familiar atesora unos valores que la hacen diferente. Entre ellos, el compromiso -con la tierra en la que habita y la gente que en ella trabaja- y la visión a largo plazo, como apuesta de futuro.

Su incansable trabajo –primero como Presidente y luego como Presidente de Honorante las administraciones públicas y la sociedad en su conjunto, ha permitido situar a la empresa familiar española en el destacado lugar que por justicia le corresponde a la hora de hablar de valores y de creación de riqueza y de empleo. Y todo ello desde esa obligada independencia política que ha de ejercer todo el que quiera ganarse el apelativo de legítimo en el mundo empresarial.

Leopoldo Rodés, como el gran empresario familiar que fue, deja un inmenso legado, que quienes formamos parte del IEF estamos obligados a transmitir a las nuevas generaciones.

Juan Corona. Director General del Instituto de la Empresa Familiar.


Fuente: Instituto de la Empresa Familiar.

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